[dropcap]U[/dropcap]no de los retos que tiene una economía pequeña, pero globalizada, como dominicana, es lograr niveles de competitividad más elevados para lo cual se debe generar una integralidad piramidal que involucre a los diferentes actores claves, así como los procesos de innovación que agregan valor a una economía.
En ese contexto, la mirada de la competitividad del país como un todo, debería ser el primer eslabón en esa cadena necesaria que tiene como principal actor a las políticas públicas, y al conjunto de medidas y acciones concretas que son imprescindibles que correspondería tomarse desde el Gobierno.
En ese contexto, Estrategia Nacional de Desarrollo, Plan Nacional Plurianual del Sector Público y Metas Presidenciales, constituyen los tres pilares que otorgarían el alineamiento deseado para modelar e implementar los planes de las diferentes entidades de carácter público, que están llamadas a entregar productos y/o servicios a la ciudadanía.
Todo esto debería darse en un marco de monitoreo real a la implementación de los presupuestos anuales desembolsados por el Estado. Así, planificación basada en resultados, asignación presupuestaria sustentada en buena ejecución, y evaluación con sistema de consecuencias, sería la ruta crítica necesaria para garantizar el buen gobierno.
Una segunda mirada de la competitividad implicaría que las empresas dominicanas, independientemente de su tamaño o sector productivo, empiecen a adoptar nuevos modelos de producción que vayan en la dirección de modificar viejas prácticas productivas, y se encaminen por mejoras continuas a partir de observar buenas prácticas empresariales.
Obviamente, si el Estado-Gobierno ha hecho su parte, y las políticas de apoyo a la oferta han dado sus resultados, sobre todo en el ámbito de la promoción y fomento a las exportaciones, y en lo relativo a la reducción de los costos ocultos de producir en el país, probablemente las empresas estarían más dispuestas a asumir el reto.
La tercera y última mirada de la competitividad es la individual, es decir, aquella que implica un reto para los trabajadores, en donde se precisa que estos estén conscientes de que un incremento en su productividad laboral tiene resultados para todos: empresa (ganancia)-individuo (mejora salarial)-Gobierno (Impuestos). Sin embargo, el desafío mayor es que se genere un cambio de cultura a nivel de los diferentes actores del esquema piramidal que conduciría a la competitividad del país, y para eso se debe innovar e inaugurar nuevos mapas mentales basados en el interés colectivo.