[dropcap]Y[/dropcap]a no hay día, hora o minuto. El caos en el tránsito de Santo Domingo es interminable y lo peor es que no se vislumbra una solución a corto plazo.
Las autoridades de tránsito han hecho algunos intentos, pero se nota que sólo son parte de la improvisación con la que siempre han actuado.
Los conos, barreras entre las calles, agentes en esquinas y acciones para evitar que los autobuses y carros del transporte público tomen y/o dejen pasajeros donde quiera, no han servido de nada.
El caos es desesperante y para salir a las calles, por corto que sea el trayecto, hay que persignarse y entregarse para no morir de un ataque cardíaco.
Pero hay algo aún peor: no se siente de parte de quienes tienen bajo su mano ordenar el tránsito ninguna acción planificada.
La débil autoridad que ejercen los agentes, que ha quedado demostrada, también se constituye en un caldo de cultivo para los irresponsables conductores que no entienden que las calles son de todos.