Este tipo de gratificación es una costumbre en las culturas americanas, que a su vez la adquirieron de la europea. En la mayoría de los casos los asiáticos no la aceptan porque es un acto considerado ofensivo.
Hay restaurantes o cualquier establecimiento relacionado en que quienes dan el servicio creen que si el cliente no le dio la propina no se merece buenas atenciones la próximo vez. No quiera imaginarse todo lo que piensa el o la joven que le atendió cuando no recibió la gratificación. Lo grave de esta situación es que muchos empleados desconocen que la empresa para la que trabaja aplica un 10% por servicio, el cual debe repartirse en partes iguales entre el personal.
Maritza (protección de identidad) es una joven de 21 años que trabaja en una pizzería. Es madre soltera con un hijo. Decidió terminar su carrera de contabilidad y asiste la universidad. Cuenta que la única propina que llega a sus manos es la que voluntariamente entregan los clientes cuando se sienten satisfechos. De la propina obligatoria (10% de servicios) ella desconoce qué pasa con esta parte.
En los siete meses que tiene trabajando en esa empresa no ha recibido un solo centavo del impuesto por ley que debe distribuirse entre el personal. Igual que otros dice que no se queja porque le interesa conservar el puesto, pues de allí mantiene a su hijo y ayuda a su madre, quien también le cuida su bebé.
La primera vez que se consignó la propina obligatoria fue el 24 de diciembre 1960. La ley 5432 fue firmada por Joaquín Balaguer, quien hacía de Presidente de la República en los últimos años de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Con las reformas introducidas al sistema los trabajadores tuvieron que enfrentar al sector empresarial, el cual pedía su eliminación. La parte laboral venció y se dejó en el Código de Trabajo Dominicano.
En su artículo 228 el código establece que en los hoteles, restaurantes, cafés, barras y en general; en los establecimientos comerciales donde se expende para su consumo en esos mismo lugares comidas o bebidas, es obligatorio para el empleador agregar un 10% por concepto de propina en las notas o cuentas de los clientes, o de otro modo que satisfaga dicha percepción, a fin de ser distribuido íntegramente entre los trabajadores que han prestado servicio.
La manda a los empleadores a adoptar los métodos pertinentes para que las percepciones obligatorias por concepto de propinas sean liquidadas semanalmente o en cualquier oportunidad convenida, para ser repartidas en partes iguales entre el personal. El código también establece que la propina obligatoria prevista en el artículo 228 y la voluntaria pagada por el consumidor directamente al trabajador no se consideran parte del salario.
Según fuentes históricas, la propina la inventaron los griegos que tenían por costumbre beber solo una parte del contenido de la copa. La propina era el resto que se tomaba la persona a cuya salud se brindaba. Como recuerdo de esta práctica ha quedado la etimología de propina, la cual proviene del latín propināre o “dar de beber”.
Su significado ha cambiado tanto que en algunos sitios es obligatorio y en otros se ve como una ofensa. En algunos locales de Nueva York cuelga un letrero que dice: “La propina, no es una ciudad de China”, para recordar al cliente que no se haga el “sueco” y que deje una propina que oscila entre el 15 y el 20% del la cuenta. En cambio, en Japón es casi un insulto pues se piensa que quien la da pretende aparentar superioridad.
En la mayoría de los sitios, el cliente decide si da o no una propina y el monto de ésta. En los últimos años en algunos países la propina se ha convertido en un pago obligatorio por algunos servicios. Los restaurantes son el mejor ejemplo de esto. Sin embargo, hay quienes piensan que al ser obligatoria se pierde el carácter de propina, aunque se conserve el nombre.
Por otra parte, hay empresas en que los trabajadores no ganan más que lo que obtienen de propinas y, en contraste, algunas prohíben a sus clientes dejar propinas a los empleados. En determinadas épocas, como las navidades, el Día de las Madres o cualquier otra fecha especial, los centros comerciales disponen de un personal temporero que generalmente lo hace por la propina, lo que los obliga a dejar satisfecho al cliente y así recibir la propina.
Estas situaciones han comenzado a polarizar a los consumidores, pues hay gente que piensa que la propina es algo prácticamente obligatorio para apoyar a la economía del trabajador, por otra parte hay quienes creen que dar propina sólo propicia que los salarios se mantengan a niveles denigrantes. Algunos otros piensan que sólo es una vieja costumbre.